Menos siete

La semana empezó con un sentimiento raro. Eso de saber que te quedan dos telediarios en Polonia, dos telediarios de tu Erasmus y con tu gente Erasmus, te deja el cuerpo cortado. Y así, con esta sensación de ni frío ni calor, de pena enquistada en el alma, empezamos una nueva semana, una nueva vida.

El no tener uni y estar esperando las correcciones de mi tutora sobre el TFG me permite centrarme en una nueva tarea, no menos importante: la búsqueda del conjunto de graduación. Y es que no quiero graduarme con unos palazzo y una blusita básica, "mi amol, ese no es tu estilo", así que me he recorrido todas las tiendas polacas y centros comerciales de la ciudad. Sin éxito.


Alicaída al verme en Sevilla comprándome el conjuntito básico de Zara que llevarán ocho mil muyayas, o haciendo un habío con cosas de aquí y allá, me fui a una tienda de segunda mano. Y sucedió mi milagro. Y recalco lo de "mi milagro" porque Maribel dice que nanai de graduarme con el conjunto el cuestión.

El caso, que encontré un vestido de abuela, talla obesidad mórbida, en tonos lilas con estampados de flores a rayas. El vestido es una mezcla de vieja del visillo y bata de gigoló playboy. Tiene cuello a lo americana y un pañuelo en el bolsillo del pecho. Es lo más, y si consigo arreglarlo un poquillo me puede salir una obra maestra por menos de 4€. Aún así, seguiré buscando para calmar las aguas en Sevilla.

Y la semana siguió con paseos por Wroclaw, intentos de tomar el sol, helados  y algún que otro momento de enfermedad. Y es que se juntan el hambre y las ganas de comer, nunca mejor dicho. Porque yo ya sabía que me volvería a mi tierra con algunos kilitos de más, pero al verlos en mi tuma preciosa, he tenido un momento de crisis. Y ahora intenta tú acabar con tres meses comiendo pasta en dos semanas. En fin, que no more pasta, no more arroz, no more comida sabrosa y salseos. Pero mi kebab antes de irme caerá, por supuesto.

Como siempre, como ya va siendo tradición, hemos tenido noches de kalambur, y soplica. E italianos hermosos, amiguis borrachos, cantantes del barrio sicilianos, etc. Noches divertidas.


También huno momentos de desarrollo personal polaco, y es que con esto de la capital cultural europea la ciudad organiza cosillas bastantes apañadas. Espectáculos con flow, proyecciones y mappings, conciertos al aire libre, etc. Y las cervecitas en el parque/isla que no falten.

El domingo vimos el espectáculo de la fuente de Hala Stulecia. Yo quería ir por hacer algo, pero he de admitir que me impresionó mucho y que merece la pena estar 20 minutos sentada en el césped mientras te comen los mosquitos.


Última semana, a ver cómo se da. Aun no soy consciente de todo esto...

Besis en la fiente.

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